SENTIMIENTOS
por Luis María Larghi - octubre de 2012
 

Sin estilo para escribir en verso o en prosa no podía dejar de contarles, lo que vivo en las noches de desvelo.
La alegría que siento en compartir con HÉCTOR ALBE, quien por su espíritu aventurero fue el primero en llegar al más allá. Para reservarnos un lugar para poder reencontrarnos y volver a disfrutar todo el potencial de nuestro ser, como antaño lo hicimos.

CARLOS CASINELLI no sólo por tu carácter intrépido sumado a los aires de justicia social rápidamente, fue a hacerle compañía. No era cosa de dejarlo solo al primer compañero.

JUAN y EDUARDO LAMELA, tiempo atrás me atendió un contestador, al insistir un familiar me anunció el deceso, en forma egoísta pensé, contaré con la compañía de uno sólo de ellos, pero la esperanza duró un instante al saber que ya no podía contar con la presencia de ninguno. Todavía tengo fresco el recuerdo de las palabras de Yayo y Juan, con su particular forma de hablar rápido pero bajito. Se dedicaron a armar escenografías y juntos sus fantasías siguen armando.

CARLOS MONTENEGRO, recuerdo tu rostro de ojos juguetones, gambeteando con la redonda y haciendo fintas con la guinda, quien podrá olvidarse tus golazos del intercolegial.

OSVALDO DANIEL LA BANCA que puedo agregar, a tu curriculum, te esperaba para declarar como testigo. Sentí que me fallaste, al otro día te fui a visitar donde estabas internado, la puerta de la habitación estaba entreabierta, estabas dormido. No tuve el coraje de esperar a que abrieras los ojos. Sentía que debía guardarme sólo el recuerdo de eso mofletes rozagantes.

CARLOS CASTRONUOVO capacidad increíble para opinar sobre cualquier situación en forma sencilla y sin herir ningún sentimiento. Gran compañero, que con tu fino humor seguirás con tu sutil elegancia.

Todos ellos viven en la escuela, que es nuestro corazón. En la escuela se mezclan entre la nueva camada de alumnos para contagiar “La Raza 5E”. A ponerse de pie porque no nombro a una promoción sino todo un estilo de vida.
Cuando suena el timbre, salen a volar por los pasillos con sus radiantes guardapolvos blancos y algunos aun con los pantalones cortos.
A pesar del tiempo todavía no han estrenado los largos. He visto como en la cantina les preparan los pebetes de jamón y queso y allá en el fondo se dibuja desde la sala de profesores la sonrisa de Mandolini, Etchaleco, Pirovani, que impacientes esperan que vuelvan al aula.

¡Cómo no vamos a estar orgullosos y felices!   por lo que juntos vivimos y todavía en lo etéreo nos falta compartir.
Estás sencillas observaciones he iniciado y comprometo al que con ellas se ha emocionado, sepa mejorarlas y en su caso continuarlas.

Luis

 

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